Alto! Stop!
No sé si desde mi casi-experiencia con la policía el otro día me fijo más en estos personajes o es pura casualidad pero últimamente los veo en todos sitios.
Dicen que generalmente a las mujeres nos gustan los hombres con uniforme. A mí, sin generalizar, me gustan los hombres y punto. Me pones un bombero delante y yo digo: Ay, sí. Y si me esfuerzas un poco podría decir lo mismo de un soldado o un médico (y eso que no suelen llevar uniforme, bah). ¿Pero un policía? Los únicos policías que me atraen un poco, sin generalizar, son estos que van de azul y llevan pistolas muy grandes y botas tipo Doc Martens. Sin embargo, como la mayoría suelen ser (quitamos el "suelen" para no generalizar?) gordos, calvos y viejos no me ponen nada. Los jovenes tampoco me gustan porque hay mucha gafa de sol y chicle que al sumar estos dos elementos, suele resultar en: chulería abundante. Pero sobre todo es el uniforme que no me pone nada. El sombrerito tampoco ayuda mucho.
¿Qué sombrerito? estarán diciendo los lectores de mi blog. Pues ese sombrerito tonto que llevan. Al menos los mossos lo llevan y les queda fatal. Además, los pantalones tienen toda la pinta de ser fabricados con un alto porcentaje de nylon.
Aclarado el asunto de mis sentimientos hacia el cuerpo de la policía (no me meto en sus labores, que eso ya es otro tema) puedo seguir.
Ultimamente veo a grupos de policías, que como mucho deben tener 13 años (vale, me estoy haciendo vieja, y qué?) que se reunen en un semaforo donde trabajo muchos días por la tarde. La primera vez que los ví allí en el cruce pensé que hacían como la foto de la familia o la graduación o algo, pero no. Son unos 20 y llevan dos semanas allí. No sé si son los mismos porque como generalmente me dan la risa floja, no me fijo en sus caras, pero hacen "prácticas de semaforo".
La práctica del semaforo se trata de apagar el semaforo durante un rato mientras el cabo jefe (sí, el gordo, calvo, con bigote) va dirigiendo al jovencito (sí, el chulo con gafas de sol y masticando chicle) mientras el tráfico se vuelve loco. Así aprenden a dirigir el tráfico, supongo. Ni idea, oiga, pero como me da la risa y conozco otro camino que seguramente da más vuelta, he optado por desvincularme tajantemente de sus prácticas porque paso de ver como me come un coche porque no se aclaran y que luego, encima, la culpa sea mía.
(No sé si existe esta palabra "tajantemente" pero me encanta!)
Buenas noches y buena suerte, como diría Rajoy ...
Dicen que generalmente a las mujeres nos gustan los hombres con uniforme. A mí, sin generalizar, me gustan los hombres y punto. Me pones un bombero delante y yo digo: Ay, sí. Y si me esfuerzas un poco podría decir lo mismo de un soldado o un médico (y eso que no suelen llevar uniforme, bah). ¿Pero un policía? Los únicos policías que me atraen un poco, sin generalizar, son estos que van de azul y llevan pistolas muy grandes y botas tipo Doc Martens. Sin embargo, como la mayoría suelen ser (quitamos el "suelen" para no generalizar?) gordos, calvos y viejos no me ponen nada. Los jovenes tampoco me gustan porque hay mucha gafa de sol y chicle que al sumar estos dos elementos, suele resultar en: chulería abundante. Pero sobre todo es el uniforme que no me pone nada. El sombrerito tampoco ayuda mucho.
¿Qué sombrerito? estarán diciendo los lectores de mi blog. Pues ese sombrerito tonto que llevan. Al menos los mossos lo llevan y les queda fatal. Además, los pantalones tienen toda la pinta de ser fabricados con un alto porcentaje de nylon.
Aclarado el asunto de mis sentimientos hacia el cuerpo de la policía (no me meto en sus labores, que eso ya es otro tema) puedo seguir.
Ultimamente veo a grupos de policías, que como mucho deben tener 13 años (vale, me estoy haciendo vieja, y qué?) que se reunen en un semaforo donde trabajo muchos días por la tarde. La primera vez que los ví allí en el cruce pensé que hacían como la foto de la familia o la graduación o algo, pero no. Son unos 20 y llevan dos semanas allí. No sé si son los mismos porque como generalmente me dan la risa floja, no me fijo en sus caras, pero hacen "prácticas de semaforo".
La práctica del semaforo se trata de apagar el semaforo durante un rato mientras el cabo jefe (sí, el gordo, calvo, con bigote) va dirigiendo al jovencito (sí, el chulo con gafas de sol y masticando chicle) mientras el tráfico se vuelve loco. Así aprenden a dirigir el tráfico, supongo. Ni idea, oiga, pero como me da la risa y conozco otro camino que seguramente da más vuelta, he optado por desvincularme tajantemente de sus prácticas porque paso de ver como me come un coche porque no se aclaran y que luego, encima, la culpa sea mía.
(No sé si existe esta palabra "tajantemente" pero me encanta!)
Buenas noches y buena suerte, como diría Rajoy ...
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