99 Red Balloons!
Gracias a una casi-invitación de mi querido Ararat para subir en globo, he querido darle la explicación aquí públicamente, en mi intimidad, de porqué no me viene muy de gusto.
Tenía un novio que al cumplir los 21 años le dio por regalarme un paseo en globo. No tengo ni idea de donde salió la idea ni porqué ya que nunca había mostrado interés en subir en un globo y me hubiera conformado con el dinero en efectivo, pero hice como si fuera el regalo más bonito que me habían hecho jamás y esperamos ansiosamente la fecha de nuestro viaje de amor.
A medida de que se iba acercando la fecha hasta empezaba a emocionarme con lo bonito que sonaba: volar por encima de mi ciudad universitaria, notar el viento fresco en mi cara, tomar un desayuno con champagne al aterrizar, entre otras cosas.
La realidad, para variar, fue bien distinta.
Tuve que madrugar. Cualquiera que me conoce sabe que hacerme madrugar no es la mejor manera de empezar bien el día. Pero madrugué y me fuí, muerta de frío y de sueño y de resaca universitaria, hasta nuestro punto de salida.
Joer. Ya hubieran podido hinchar el maldito globo antes, no? Pues no, resulta que forma parte del pack y tienes que estar ahí, a una hora y una temperatura totalmente indecentes para la raza humana, mirando cuanto tarda en hincharse un globo. Y tarda, eh!
Por fin, estamos listos y subimos unas 54 personas en la cesta a disfrutar del paisaje y la experiencia ... bueno, a lo mejor eramos menos pero las cestas no son muy grandes y ni me dejaban sentarme, oiga!
Durante el viaje pasé miedo, auténtico miedo, porque me veía llevándome unos calconcillos amarillados de talla gigante en la cara por lo cerca que pasamos de los tenderos de ropa de los jardines de esas casas feas de los suburbios de aquella bonita ciudad .... Supongo que dejan los barrios más finos y bellos para los expertos en globos o algo.
Durante el resto del viaje no pude ni mirar para abajo. Creo que ahí empezó mi pequeño malestar con las alturas. Oh, me decían, mira qué ovejas más pequeñitas ... y yo decía, solo veo fuego. Resulta que si miras hacia arriba, no tienes vertigo pero acabas con unos calores sospechosos pero prefiero tener sensación de menopausia prematura a mirar hacia abajo ....
El aterrizaje tampoco fue tan bonito para ellos aunque a mí me encantó porque caimos en un campo lleno de vacas con caras de asesinas en serie y ya me dio la risa floja.
En cuanto al famoso "Champagne breakfast", se trataba de un vino espumoso caliente y cuatro fresas.... Super fino de la muelte, jopetas!
Si nos hubieran encontrado antes los del remolque casi hubiera sido perfecto el día, pero no fue así porque en el campo inglés todos los prados son iguales y no todos saben diferenciar entre uno de vacas y otro de vacas locas!!
Tenía un novio que al cumplir los 21 años le dio por regalarme un paseo en globo. No tengo ni idea de donde salió la idea ni porqué ya que nunca había mostrado interés en subir en un globo y me hubiera conformado con el dinero en efectivo, pero hice como si fuera el regalo más bonito que me habían hecho jamás y esperamos ansiosamente la fecha de nuestro viaje de amor.
A medida de que se iba acercando la fecha hasta empezaba a emocionarme con lo bonito que sonaba: volar por encima de mi ciudad universitaria, notar el viento fresco en mi cara, tomar un desayuno con champagne al aterrizar, entre otras cosas.
La realidad, para variar, fue bien distinta.
Tuve que madrugar. Cualquiera que me conoce sabe que hacerme madrugar no es la mejor manera de empezar bien el día. Pero madrugué y me fuí, muerta de frío y de sueño y de resaca universitaria, hasta nuestro punto de salida.
Joer. Ya hubieran podido hinchar el maldito globo antes, no? Pues no, resulta que forma parte del pack y tienes que estar ahí, a una hora y una temperatura totalmente indecentes para la raza humana, mirando cuanto tarda en hincharse un globo. Y tarda, eh!
Por fin, estamos listos y subimos unas 54 personas en la cesta a disfrutar del paisaje y la experiencia ... bueno, a lo mejor eramos menos pero las cestas no son muy grandes y ni me dejaban sentarme, oiga!
Durante el viaje pasé miedo, auténtico miedo, porque me veía llevándome unos calconcillos amarillados de talla gigante en la cara por lo cerca que pasamos de los tenderos de ropa de los jardines de esas casas feas de los suburbios de aquella bonita ciudad .... Supongo que dejan los barrios más finos y bellos para los expertos en globos o algo.
Durante el resto del viaje no pude ni mirar para abajo. Creo que ahí empezó mi pequeño malestar con las alturas. Oh, me decían, mira qué ovejas más pequeñitas ... y yo decía, solo veo fuego. Resulta que si miras hacia arriba, no tienes vertigo pero acabas con unos calores sospechosos pero prefiero tener sensación de menopausia prematura a mirar hacia abajo ....
El aterrizaje tampoco fue tan bonito para ellos aunque a mí me encantó porque caimos en un campo lleno de vacas con caras de asesinas en serie y ya me dio la risa floja.
En cuanto al famoso "Champagne breakfast", se trataba de un vino espumoso caliente y cuatro fresas.... Super fino de la muelte, jopetas!
Si nos hubieran encontrado antes los del remolque casi hubiera sido perfecto el día, pero no fue así porque en el campo inglés todos los prados son iguales y no todos saben diferenciar entre uno de vacas y otro de vacas locas!!
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